Tras negociaciones hasta último momento desde la Rosada, teléfonos calientes en continuado con los gobernadores, abstenciones y ausencias del orden de lo escandaloso que resultaron claves (incluidos extraños casos de malestares súbitos, ver página 5), Javier Milei logró blindar su segundo veto en contra de lo votado anteriormente por el Congreso, y de la voluntad popular. Esta vez, atacó el financiamiento de las universidades públicas, evitando que por ley se garantice un aumento del presupuesto, a la vez que actualizaciones tanto salariales como de gastos de funcionamiento atadas a la inflación. Lejos de cerrar el tema como la victoria que propaló en las redes, el gobierno y la oposición muy amigable compraron con este movimiento un conflicto que amenaza con crecer exponencialmente: ni bien se conoció la votación de Diputados, el Frente Sindical de Universidades Nacionales anunció el paro que hoy se cumple en la totalidad de las casas de estudio de todo el país. Pero además, las y los estudiantes comenzaron a protagonizar la resistencia al veto con tomas y clases públicas que se fueron multiplicando como un efecto cascada también en todo el territorio.
Primero las facultades más combativas -Filosofía y Letras, Psicología, entre las de UBA, a las que luego se sumaron las de Exactas y Veterinarias-, pronto réplicas en facultades de universidades de Córdoba, Rosario, Mar del Plata, el Litoral, Santa Cruz, Tucumán, José C. Paz, Tres de Febrero, y hasta las que nunca habían sido tomadas, como la de La Matanza, donde les estudiantes, con el apoyo de docentes y no docentes, denunciaron que en plena toma las autoridades cerraron las puertas. También los rectorados de la Universidad Nacional de la Plata, la de Cuyo, Salta y la de San Martín. Al cierre de esta edición, decenas de facultades en todo el país protagonizaban lo que comenzaba a proponerse como “un estudiantazo”. En algunos puntos se escucharon también cacerolazos. El tema del presupuesto universitario tampoco queda saldado en el Congreso: los recursos que se prevén para el año próximo son sustancialmente menores a los que piden las universidades.
El tablero de ayer por la tarde en la Cámara de Diputados (160 votos en defensa del financiamiento contra 84 a favor de blindar el veto, pero también 5 abstenciones y 8 ausentes que terminaron definiendo la votación) exhibió, también, un estado de cosas. De victorias pírricas y palabras como las de Miguel Angel Pichetto en el recinto (“Creen que ganan, pero en realidad pierden”), estuvieron hechos muchos de los análisis posteriores.
Las palabras del comunicado del Frente Sindical de Universidades Nacionales (que abarca a todos los gremios, Conadu, Conadu Histórica, Fedun, Ctera, Fagdut, Fatun, UDA) sintetizaron también ese estado de cosas: “Repudiamos a las y los diputados que votaron en contra del mandato popular de defender la universidad“, expresaron. Y también: “La voluntad popular ha sido defraudada y la democracia ha cedido al manejo antirepublicano de gobernar por decreto del Gobierno Nacional.
“Los diputados nacionales le dieron la espalda a las universidades públicas”, acusaron desde el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN). “Este reclamo es genuino y así lo manifestó la sociedad en su conjunto en las marchas federales del 23 de abril y del 2 de octubre”, recordaron en un comunicado. “Privilegiaron su metro cuadrado, sus argumentos pequeños, su mirada corta y su visión egoísta”, criticaron con dureza a los legisladores vetadores.
“Actualmente, la situación de nuestro sistema universitario es cada vez más grave. Llegamos a un punto que no tiene precedentes en la historia democrática de nuestro país y, de seguir así, estaremos en un punto sin retorno donde todo el sistema deje de existir tal cual hoy lo conocemos”, les había advertido el rector de la UBA, Ricardo Gelpi, a las y los legisladores antes de la votación, en una carta pública. Aunque la carta solo mencionaba el dato de que la Universidad de Buenos aires “integra el 1 por ciento de la elite de las universidades de todo el mundo”, otra cifra rondaba las reacciones de la comunidad educativa tras el veto, entre la bronca y la desazón: el dato concreto de que el 70 por ciento de los salarios docentes universitarios se encuentra hoy por debajo de la línea de pobreza.
El plano paralelo de Milei y Bullrich
Desde su plano paralelo, el Presidente esgrimió ayer una mezcla de argumentos de defensa a su veto, al hablar ante el Consejo Empresarial de América Latina. Definió a la ley que finalmente logró anular como “un mero eufemismo para defender los curros de tres o cuatro delincuentes que utilizan una causa noble y la prostituyen para ganar dinero a costa de robárselo a los alumnos, a los profesores y a lo que tiene que ver con los edificios y demás (sic)”. Y a continuación volvió sobre una acusación que no le venía funcionado al gobierno: “Vinimos a terminar con los curros, ¿cuál es el problema de que los auditen, si estuvieran limpios? Lo único que pedimos es auditar”.
Unas horas antes, había preocupado uno de sus frenéticos reuiteos: “Marchas, paros, tomas… quieren derrocar al presidente con más huevos de la historia. Están avisados, zurdos, después no lloren derechos humanos y lesa humanidad“. Para esperar a la manifestación que se convocó frente al Congreso en rechazo al veto (ver página 2), el despiegue policial fue desmedido, con carros hidrantes y otros vehículos apostados en las inmediaciones desde temprano. Al final de la marcha la Policía de la Ciudad informó siete detenidos, entre ellos un menor que fue luego liberado, todos con causas abiertas por “atentado y resistencia a la autoridad”.
La ministra Patricia Bullrich también tuvo su momento de luces por redes sociales: “A los violentos antidemocráticos que golpearon, persiguieron y robaron al periodista independiente Fran Fijap les digo: sepan que vamos a ir con toda la fuerza de la ley detrás de cada uno. Los tenemos a todos identificados y no tienen escapatoria. Ley y orden”, posteó. La amenza fue luego de que el tuitero libertario lograra su provocación apariciendo en la marcha tras insultar a los manifestantes por redes, para ser perseguido hasta refugiarse en una casa de empanadas (ver página 3).
En pie de lucha
En las distintas facultades y universidades, el dato coincidente es el carácter masivo de las asambleas que se vienen llevando adelante, y en las que se decidieron las tomas. “Para muchos chicas y chicas, son las primeras experiencias en las que sienten en peligro concreto. Para nosotros, es un triste deja vu de los 90, una historia circular que no pensábamos repetir con tanta angustia de por medio”, dice a Página/12 Verónica Salvo, docente de Exactas de la UBA.
“Está el rechazo al veto, que es unánime, porque anular una ley de financiamiento es un retroceso enorme. Pero está también lo cotidiano: cada vez más difícil para un estudiante sostener la universidad. Los alquileres aumentan, el colectivo aumenta y la mayoría de los trabajos a los que accedemos son irregulares y en malas condiciones”, enumera Violeta Finocchiaro, presidenta del Centro de Estudiantes de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad de Rosario, una de las que estuvo tomada. “Es un contexto muy complejo para los estudiantes, no solo desde lo económico, también desde lo emocional. Estas medidas generan mucha inestabilidad”, plantea y concluye: “Si dejamos que este veto avance, las universidades públicas van a sufrir recortes que harán muy difícil que podamos seguir estudiando”.
Con esta certeza, el movimiento estudiantil diagrama próximas acciones en repudio al veto y a los vetadores, que incluyen clases publicas, cortes de calles, vigilias y la idea de plasmar una gran jornada de tomas simultáneas en todo el país.